Cooperación al desarrollo y enfoque de género

Fuente: ONU Mujeres

La eliminación de todas las formas de discriminación está en la esencia misma de los derechos humanos y la lucha contra la pobreza, y por lo tanto, la discriminación por cuestión de género debe ser un elemento clave en todos los programas de cooperación al desarrollo que se realicen con este enfoque.

Fuente: ONU Mujeres
                                            Fuente: ONU Mujeres

La CEDAW en 1979 lideró el proceso de dar una extrema importancia a la igualdad de género en Naciones Unidas, lo cual fue reforzado en la Conferencia de Beijing y en la Declaración de los Objetivos del Milenio (ODM) del año 2000, donde se promovió la igualdad de género en todos los esfuerzos de cooperación liderados por la ONU y por los gobiernos. Y hoy, con la vista puesta en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyo horizonte temporal abarca los próximos 15 años, el objetivo nº 5 busca conseguir la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas para 2030.

Por lo tanto, a la hora de analizar la realidad, diseñar, implantar, monitorear y evaluar un programa de lucha contra la pobreza, hay que incorporar siempre el enfoque de género, ya que el género determinará los roles que juegan hombres y mujeres en la sociedad, su papel social y económico, así como sus obligaciones y responsabilidades dentro de la familia y de la comunidad. El análisis de género ayudará a comprender cómo se distribuyen los recursos y los ingresos, y cómo son los comportamientos, roles y conductas que habrán de tenerse en cuenta si se quieren llevar a cabo profundos cambios en la sociedad y en la economía para romper los círculos de pobreza y marginación.

 

“Si no se introduce la dimensión de género en el desarrollo, se pone en peligro el propio desarrollo. Y si las estrategias encaminadas a reducir la pobreza no potencian a las mujeres no lograrán beneficiar a toda la sociedad.” Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, 1997)

 

Martha Nussbaun. Fuente: Filosofía Hoy
Martha Nussbaun. Fuente: Filosofía Hoy

Martha Nussbaum (Las Mujeres y el Desarrollo Humano, Barcelona, España, 2002) defiende que el pensamiento político y económico ha de ser feminista debido a los problemas que han de enfrentar las mujeres en todos los países del mundo, problemas que son necesarios comprender para poder abordar correctamente las situaciones de pobreza y desarrollo, y así ofrecer soluciones. Su visión es universalista, es decir, es un feminismo que traspasa fronteras, religiones, culturas, razas y clases sociales, y se apoya en el enfoque de las capacidades. Esta filósofa cree, y yo comparto esta opinión, que ciertos valores universales deberían ser guía para un conjunto de garantías de todas las constituciones, sosteniendo que se pueden establecer un conjunto de categorías transculturales traducidas en un lenguaje de justicia y derechos humanos.

Esta visión es rechazada en muchas ocasiones por el relativismo cultural, amparando en él la sumisión y marginación de las mujeres, a las que se culpa de perder su cultura, de “occidentalizase” cuando quieren vivir en igualdad, libertad y dignidad.

Las mujeres sufren de discriminación en el acceso a derechos básicos como son la educación, la propiedad privada, la salud, el trabajo, la justicia, participación política, etc., y además, parte de su trabajo y contribución a la sociedad, es muchas veces ignorado por todas las estadísticas oficiales, tanto en los países en desarrollo como en los países desarrollados, tal es el caso del cuidado de los hijos, los enfermos o la gente mayor, y otros trabajos que realizan las mujeres fuera de la formalidad. También, cuando las mujeres trabajan dentro de la legalidad, ganan menos y frecuentemente deben enfrentarse al acoso sexual y laboral.

La discriminación y marginación que sufren todas las mujeres del mundo de todos los países, en menor o mayor medida, es una realidad cruel a la que hemos de enfrentarnos cada día. Es cierto que se lucha para conseguir esa igualdad desde muchos frentes (organizaciones de mujeres, organizaciones políticas, ONGs, organismos de la ONU, etc.) pero también es una realidad que es muy difícil alcanzar esa igualdad de oportunidades, especialmente en algunos países, donde en nombre de la tradición, la cultura y/o la religión, las mujeres son relegadas, marginadas y maltratadas.

Para Nussbaum, éste es un problema de justicia, es decir, la desigualdad de género no se ha afrontado como una cuestión de justicia política. Y cita el ejemplo del apartheid que se considera como una auténtica aberración a nivel mundial y por el que se movilizó toda la comunidad internacional, ya que suponía una violación de los derechos humanos inaceptable. Sin embargo, la discriminación constante de las mujeres y la violencia que se ejerce sobre ellas se asume como una realidad que debe ser así, o que no tiene remedio, pero los estados no se enfrentan a ella como una terrible violación de los derechos humanos que tiene lugar en todos los países del mundo y que debe ser erradicada.

Fuente: United Explanations
Fuente: United Explanations

No obstante lo anterior, se han producido avances en la definición de los derechos de las mujeres como derechos humanos. Y ello se debe al desarrollo y crecimiento de organizaciones y movimientos de y para las mujeres que juegan un papel muy importante en la sociedad civil, y que son responsables de los cambios producidos a favor de las mujeres en las instituciones internacionales. Y también ha sido importante el impulso del feminismo académico, que partiendo de planteamientos políticos y filosóficos avanzan en la formulación de los derechos humanos desde la perspectiva de género; no cabe duda que los grupos feministas a lo largo de los siglos XIX, XX y XXI han marcado el proceso de consecución de derechos y lucha por la igualdad de las mujeres. Porque aunque los derechos humanos reconocen la igualdad de hombres y mujeres, por sí solos no garantizan esa igualdad de acceso a las oportunidades, y se hace necesario el desarrollo de políticas públicas concretas para acabar con la desigualdad y la marginación estructurales que sufren las mujeres y poder avanzar así hacia una igualdad real de género.

 

Si al llevar a cabo programas y proyectos de cooperación al desarrollo no se realiza un análisis de género desde una perspectiva económica, cultural, social, familiar, etc. el análisis de la realidad no será completo, y las medidas y actividades que se lleven a cabo no tendrán los resultados deseados, ya que no irán a las causas estructurales de los problemas que ocasionan la pobreza. Muchos fracasos en proyectos de cooperación al desarrollo tienen su origen en la falta de perspectiva de género, fundamental para el éxito de las intervenciones.

 

Pero hay que señalar que hoy, en 2015, todavía son pocas las organizaciones que trabajan en cooperación y que han incluido de manera trasversal y profesional la perspectiva de género en sus programas.

La implementación de estructuras igualitarias entre hombres y mujeres, de realización de derechos y acceso a los recursos es un proceso costoso y a largo plazo, cuyos resultados pueden verse después de más de una generación. La búsqueda de objetivos a corto plazo, la falta de financiación y el interés por mantener estructuras de dominio masculino no favorecen la inclusión transversal de la perspectiva de género en las intervenciones de cooperación en países en vías de desarrollo.

Fuente: Fundación Codespa. "Microfinanzas para el Desarrollo/Guatemala
Fuente: Fundación Codespa. “Microfinanzas para el Desarrollo/Guatemala”

La perspectiva de género ha de incluirse en todas las fases de la cooperación y tiene que contar siempre con la participación de las mujeres que van a intervenir en los proyectos o programas de desarrollo, su perspectiva, opinión, miedos, deseos, visión, etc. son claves para diseñar los políticas de género que tiendan a la igualdad, y que en algunos casos podrán conseguirse en un período de tiempo determinado, y en otros necesitará de varias generaciones, para poder romper estructuras de poder y abuso masculino tradicionales.

Los proyectos de cooperación debieran incorporar:

  • Participación de las mujeres y organizaciones de mujeres en todas las fases de los programas, proyectos y actividades.
  • Identificación de los grupos más vulnerables, disgregando la información por sexo, edad, etnia, religión, procedencia, etc.
  • Empoderamiento: capacitación, sensibilización y formación en derechos y otros aspectos relevantes para las mujeres.
  • Involucración de expertas/os en género en los procesos.
  • Realización de actividades de apoyo y defensa en cuestiones de género.
  • Utilización de indicadores de género.
  • Formación en perspectiva de género.

El objetivo es la realización de los derechos humanos y la lucha contra la pobreza, y el objetivo debe ser que los programas y proyectos operativos se combinen con programas para cambiar legislaciones y políticas públicas para que protejan, respeten y cumplan con los derechos de las mujeres.

Al incluir de manera transversal la igualdad de género en los proyectos de cooperación, se está promoviendo que los gobiernos incluyan en sus legislaciones la igualdad de niñas y niños, mujeres y hombres, dando acceso por igual a esos derechos y recursos, rompiendo con prácticas cultural y socialmente aceptadas, que discriminan a las mujeres y perpetúan estructuralmente la pobreza.

Author Profile

Ana Lowenberg
Ana Lowenberg
Viajera, economista, MBA por el IE School y Máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid. Trabajé durante más de 10 años en el sector privado con un gran equipo, siempre gestionando ventas nacionales e internacionales y marketing. Pero hace ya 4 años que decidí cambiar de rumbo, y hoy lucho por los derechos humanos y contra el hambre y la pobreza. Busco alianzas estratégicas para realizar proyectos de desarrollo económico y social en países de América Latina, África y Asia.

Gracias a Voces Visibles por darme también voz a mí.

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