Foto: Mikel Ayestarán (ABC)

 

 

Fuente: Reuters (En Estrella Digital)
Fuente: Reuters (En Estrella Digital)

 

 

 

Cuando hablamos de la situación de las niñas, hay quienes podrían pensar que la situación más grave se centra en el acceso a la educación. Sí, es verdad. Verdad porque las consecuencias de la violación de este derecho conlleva la violación de otros. Pero  el cristal en el que vivimos inmersos nos impide ver qué hay más allá. Una estructura social basada en creencias e intereses patriarcales, culturales y, sobre todo religioso. Un mundo de violencia, de infancia arrebatada. Pero no es tan simple. Hay  una estructura que las invisibiliza y que intenta restarle voz a estas niñas que pronto serán mujeres.

Hablemos de educación. Si a las cifras vamos, todavía hoy hay 58 millones de niños y niñas sin escolarizar. 53% son niñas. De hecho, según Plan Internacional y según datos de 2012, 62 millones de niñas en edad escolar primaria y secundaria básica no están escolarizadas, siendo especialmente alto el índice entre las que no reciben educación secundaria (una de cada cinco).

Pero hablemos de algo más…hay mucho más que esto, una realidad que parece lejana en un mundo cada vez más pequeño. Entre la grave situación y discriminación de muchas niñas, uno de los problemas que más me aterran y conmueven son las niñas soldados, niñas reclutadas, obligadas y violentadas, niñas a quienes roban su niñez.

Niñas soldado

Según la Unicef, alrededor de 300.000 niños y niñas son utilizados en guerras de todo el mundo como soldados. Las Naciones Unidas menciona que en 7 de los 18 países donde se llevan a cabo estas prácticas no hay distinción en los géneros: Colombia, Filipinas, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Somalia, Sudán y Tailandia. Naciones Unidas detectó que en estos 7 países se utilizan a las niñas en la guerra. Pero, aunque son adiestradas también para ser soldados,  son utilizadas principalmente como esclavas sexuales y forzadas a matrimonios tempranos.

 

Es mucho más difícil para una niña. Para empezar, pierdes tu identidad como mujer: tienes que llevar un uniforme militar, botas, debes llevar pelo corto… no se te permite usar pintalabios ni nada que recuerde que eres una chica. No se te permite ser una mujer: cambia tu forma de hablar, tu forma de moverte, incluso tu forma de estar simplemente de pie… todo.

Además eres menospreciada y humillada: imagina tener 16 años y no poder recordar cuántos hombres han tocado tu cuerpo y han abusado de tí. Muchas niñas de apenas 13 años se convierten en madres sin tener el cariño de una familia ni nadie que les cuide, sin padre ni madre, sin nadie que les diga “estoy aquí para apoyarte, yo te protejo”.

En el frente las chicas se ven obligadas a cometer atrocidades sólo para demostrar que no son unas cobardes, y eso nunca se olvida. Te sientes sucia y sin valor, pierdes completamente tu autoestima y crees que no mereces que nadie te quiera. Para los chicos también es terrible, pero no puedo hablar por ellos, porque yo lo viví como mujer.”

China Keitetsi, ex-combatiente

 

 

Foto: Mikel Ayestarán (ABC)
Fuente: Mikel Ayestarán (ABC)

La violencia sexual  es lamentablemente un arma de guerra. En una ocasión escribí sobre un documental impresionante y terrible:  La Guerra contra las Mujeres, transmitido a finales de 2013 y dirigido por Hernán Zin, cuya  coguionista fue Ana Pincus. En este documental, Zin habla de las violaciones a las mujeres como armas de guerra. Este documental refleja los testimonios de mujeres víctimas de violaciones en diferentes regiones del mundo. De Bosnia, Uganda, Ruanda y Congo son las mujeres que valientemente hablaron. Muchos testimonios aterradores. Pero uno de los testimonios era de un victimario, Paipai, un joven de Ruanda:

 

“La primera vez que violé tenía 12 años (…) Yo he matado, he violado, destruido genitales, he cortado la parte reproductora. Creo que he hecho cosas muy feas”. Paipai fue reclutado por las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR). Señala que el FDLR ordenaba que cuando veían a una mujer, debían violarla. “Seis hombre por mujer (…) Uno se deshumaniza convirtiéndose en un hombre gorila”.

La niñas soldado son reclutadas no solo como soldados sino para ser esclavas sexuales. Los últimos datos de Naciones Unidas apenas las mencionan. Según se explica en un artículo publicado recientemente en Estrella Digital, “en 2013 y en Colombia había 114 niñas soldados separadas de grupos armados. En Filipinas 13 niñas fueron utilizadas como escudos humanos. También había niñas soldados en República Centroafricana. En Somalia 20 niñas fueron sometidas a violencia sexual en el contexto de matrimonios que se vieron forzadas a contraer”.

“En Sudán hubo niñas utilizadas por el Movimiento de Liberación del Pueblo del Sudán-Norte. En República Democrática del Congo hubo ciento veintisiete niñas reclutadas y sometidas a esclavitud sexual”. Y no hablemos de las recientes atrocidades de Boko Haram y el Estado Islámico.

Amnistía Internacional publicó recientemente una entrevista a Chema Caballero, director de un programa pionero de rehabilitación y reintegración de niños y niñas soldados en Sierra Leona. En dicha entrevista habla sobre una crudísima realidad, donde, sin distinción, niños y niñas son secuestrados y reclutados como soldados. Solo hay una diferencia, como cuenta Caballero.

En una primera etapa, todos los menores son utilizados para ir a buscar leña, buscar agua, lavar la ropa de los combatientes y hacer tareas domésticas en general. Después comienzan el entrenamiento, pero sin que haya distinciones entre ellos. Las niñas llevan armas y las usan igual que los niños. La diferencia más evidente y dolorosa es que ellas, además, son abusadas. Suelen repartirse entre los combatientes o ser incluso dadas como trofeos.

(…) Las niñas también crean lazos fuertes entre ellas, pero tienen que lidiar con el agravante de ser utilizadas como esclavas sexuales. Algunas de ellas acaban siendo “esposas” de los comandantes y formando parte de su harén, lo que les permite contar con la seguridad de que ningún otro hombre las va a tocar. El resto de niñas permanecen a merced de los demás combatientes y son tratadas como meros objetos. Esto dinamita los vínculos de respeto entre ambos sexos.

 

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Author Profile

Marita Seara
Marita Seara
Soy Periodista, Editora y Creadora de historias. Apoyo a mujeres a visibilizar sus proyectos.

Hace unos cuantos años, descubrí que hay algo más que una historia tras de mí. Historia de miles de mujeres, invisibilizadas, pero presentes cada segundo. Descubrí que sí, soy feminista, que amo esta palabra porque es la que me define. Amo ser mujer, una mujer periodista, escritora o contadora de historias. Como prefiráis definirme.

Soy la Fundadora de este Blog que ahora estáis leyendo: Voces Visibles. Escribo sobre la situación de mujeres y niñas, sobre sus derechos, pero también sobre sus luchas. Escribo sobre aquello que logran, sobre sus sueños y creaciones.

Escribo también sobre las cosas que me preocupan y también sobre las que me apasionan: los emprendimientos rurales, la «España vaciada», el Edadismo, los viajes y la vida. De vez en cuando incursiono en la escritura creativa y me escapo, me evado. Escribo relatos que escapan de mi y me dejan tan vacía y exhausta que luego debo esperar un tiempo para volver a esa aventura.

Mis pasiones y lo que me define son el Periodismo, la Escritura, la Comunicación y el Feminismo. Estas las uno aquí, en mi Consultoría Comunicacional con Perspectiva de Género: Apoyo y asesoro en la creación de Estrategias de Contenido y de proyectos de creación de Blogs, Sitios Web, EBooks, y publicaciones impresas y digitales.

He sido Directora de Comunicaciones por muchos años de una Cámara de Comercio e Industria y Editora de una revista sobre Economía y Negocios. He creado y auto publicado mi primer libro en Amazon: "La Mujer. Una voz que se extiende".

La vida y la lucha me han enseñado a no detenerme y a que no hay nada imposible. No existe el "no puedo" y, aunque a veces es muy cuesta arriba, siempre hay un día en que la luz es más bella y te ayuda a ver todo más claramente.

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