Reclamo abierto de una feminista

Ilustración: Emezetaeme

Mira hombre  lo que no ves, mira hombre lo que estas construyendo

 

Ilustración: Nan Lawson
 Ilustración: Nan Lawson

Me fue difícil ver y me tomó casi toda una vida entender qué parte de mi búsqueda del amor romántico fue el convencer al hombre  que  me viera por quien realmente soy y que notara lo extraordinario de la vida de las mujeres. Quería lograr que el hombre se diera cuenta  que la mujer llena y enriquece todos los espacios en que habita desde el hogar, la escuela, la calle, el trabajo, la intimidad, la guerra y la paz.  Quería que viera de verdad, no con esa actitud machista progresista, liberal o de izquierda de oh sí, yo no soy machista, las mujeres tienen valor.

Pero lo que los hombres ven en mí, y en otras mujeres como yo,  es que no soy la mujer ideal.  No soy abnegada, no soy bondadosa porque mido lo que entrego al hombre, no soy obediente ni sumisa. Me gusta disfrutar de las cosas a mi manera. No soy religiosa ni creyente, no tengo aspiraciones de ser una buena esposa, no vivo para complacer a mi pareja, no agradezco los piropos en la calle, no me gusta que me llamen mamita o corazón a menos que lo consienta a través de la amistad ya otorgada. En fin, no soy la mujer femenina y dócil que los hombres idealizan, buscan y sueñan.

Durante gran parte de mi vida confié  en el amor romántico y tenía  esperanzas de encontrarlo. A través de los años y en muchas formas y estilos, intenté decirle al hombre: mira no seas estúpido, mira quien soy, ámame, soy fuerte y poderosa, siéntete orgulloso de mí. Pero, que tonta yo,  se me escapaba que precisamente por el quien soy es que no me ven. Soy una mujer independiente,  aspirante a la vida plena, fuerte, con opinión propia, me he nombrado feminista  y estoy decidida a todo.

Ilustración: Emezetaeme
  Ilustración: Emezetaeme

No necesito que un hombre me mantenga ni me proteja. Vivo sola y me gusta.  Estoy, como muchas otras mujeres, decidida a tomar la iniciativa.  Pido lo que necesito y quiero, no me siento a esperar, en otras palabras no soy sumisa, sino asertiva. Busco lo que es importante para mí, lo que deseo, desde la intimidad y mi satisfacción hasta exigir responsabilidad e igualdad. Soy una de esas mujeres a las que el hombre le huye y le tiene miedo.

Aunque buscaba el amor romántico, realmente yo no jugué su juego, no seguía sus reglas. Por eso el hombre nunca me vio,  nunca se quedó. Paradójicamente, para que el hombre me vea, al menos parcialmente y a su manera, tendría que aceptar y participar en un mundo de invisibilidad. En un mundo de sometimiento y control. Sí, someterme a una invisibilidad a cambio de su amor. Pero ese mundo de aceptación es una violenta burbuja de aislamiento y humillación y me rehuso a claudicar mi valor, mi fuerza y mi poder.  

El amor romántico es sólo uno de los instrumentos que tiene el hombre para mantener a la mujer invisible, controlada y subyugada.  Es más grave aún,  pues esto no se queda en las instancias personales e individuales, no se queda en las formas de  amor romántico. Esta invisibilidad que el hombre quiere imponer, llega a todas las instancias y niveles de la vida humana, a todos los lugares y a todas las esferas y relaciones. En el trabajo, en la familia, en la calle, en la comunidad, en la iglesia, en el activismo político incluyendo en las organizaciones de izquierda.

 

En esas esferas en donde supuestamente hay concordancia política e ideológica con la igualdad y los derechos democráticos como en la izquierda y las organizaciones progresistas, se esconde la misoginia, porque en nombre de la revolución socialista se cometen sutiles – y a veces no tan sutiles- discriminaciones por las cuales las mujeres son constantemente relegadas a militantes o activistas de segunda sin vocerías y excluidas del poder real. 

 

Por todo lo anterior aquí reclamo, con toda la pasión capaz de generar desde mis cimientos e historia caribeña. Mira hombre, asume responsabilidad por lo que estás construyendo y no puedes ver: relaciones personales y políticas desiguales y autoritarias, machismo, terror, violencia y sobre todo tu propia destrucción, a la vez que vas creando destrucción a tú alrededor y la destrucción del mundo entero.  Mira hombre, estás creando por todos lados espacios autoritarios, fríos y calculados, creyendo que estas dominando a tu favor y lo estás, pero lo que se te escapa es que tu dominio está cementado en  tu propia destrucción y la destrucción de todos y todas, la destrucción del mundo entero. Estas menospreciando el ambiente y participando en la destrucción del planeta, participando en guerras y abusos sin precedentes.

Mira hombre, estás creando relaciones personales, sociales y  políticas en las que no permites la  igualdad. Saboteas así la posibilidad de vivir en paz y plenamente. Hombre, oye lo que estás diciendo y mira lo que estás enseñando.  Trasmites dominio y violencia en tus palabras y acciones. Tus formas de ser, de amar, de criar tus hijos e hijas, tus maneras de tratar a las mujeres a tu alrededor creyéndote superior y con moralidad privilegiada, la violencia emocional que creas hacia tu pareja, no te das, no te entregas, tomando y absorbiendo  todo lo que puedes, más sin embargo, no conoces la reciprocidad. Tu egoísmo emocional y sexual es aplastante y cruel. Eso que tú llamas amor es dominio, es terrorismo. Tu práctica personal y pública es desigual,  autoritaria, anti democrática, destructiva, sólo genera violencia y terror a todos los niveles de nuestras existencias.

Violencia 2Hombre, mira lo que estás construyendo y fíjate bien, pues eres y  seguirás siendo el responsable de las más profundas tragedias humanas imaginables. Tus intenciones son irrelevantes pues el machismo está tan engramado en la fibra de ser hombre.  Está tan enredado en cómo tú entiendes y practicas la vida en lo privado y en lo público,  que eres machista aunque argumentes que no lo eres o que no son tus intenciones. Y en algunos casos, probablemente no son tus intenciones,  pero eso no cambia la realidad. Tus formas machistas se revelan constantemente. Aunque a la mayoría de los hombres les importa tres pitos si son machistas o no, hay hombres que sí reconocen que sus formas misóginas son inaceptables y que éstas tienen graves consecuencias, pero este reconocimiento no los hace menos machistas

Y aquí está tu sentencia y realidad, es solo a través  de un continuo proceso de crecimiento emocional y político que puedes contrarrestar tu violencia, tus formas misóginas. Es sólo a través de la voluntaria actividad de crecimiento emocional y psicológico que puedes abandonar tus patrones machistas.

Tienes que exponer tu machismo y desarrollarlo de tal forma que reinicies tu crecimiento y capacidad  humanista. Aún tienes que reconocer que es el machismo, precisamente la misma construcción socio cultural que te pone en posición de poder, la que te coloca en una posición de constante agresión y a la vez esta experiencia de control y privilegio sobre la mujer genera más inseguridad, más indecisión, más inmadurez y a la larga mayor terror y violencia en tu vida personal y pública.

Y quizás entonces, cuando trabajes tu subjetividad y crezcas emocionalmente, también puedas ver tu participación en otras circunstancias de explotación, desigualdad y autoritarismo, como las relaciones de clase, raciales y la homofobia. Tienes que asumir responsabilidad, esa es tu realidad histórica.  Si no tomas responsabilidad por lo que estas creando, nuestro colectivo futuro, será de más violencia, más terror.

Si no asumes esa responsabilidad, la posibilidad de serias transformaciones revolucionarias será limitada porque para transformar la sociedad es necesario que se construya una relación seria y estratégica con las mujeres a través de sus organizaciones autónomas y vocerías. Si no asumes la responsabilidad de reiniciar tu rehabilitación, no podrás sostener tu participación en los procesos revolucionarios, teniendo esto el efecto de retardar las transformaciones. Ejemplo de esto, están las revoluciones latinoamericanas,  las cuales se han quedado inconclusas por la ausencia de un crecimiento en las esferas y patrones subjetivos y emocionales. Las mujeres no podemos articular, más aun, nos negamos a articular un esfuerzo revolucionario en conjunto con los hombres en medio de tu violencia y malas mañas.

Aún reclamo más, hombre, mira lo que no sabes y estás dejando pasar,  no notas que en ese dejar pasar se te va la vida y se nos va la vida. En tu eterna carrera por el control y el dominio  no notas que hay una inescapable necesidad y que existe una gran  posibilidad de descubrir y crear nuevas formas de vida, de amar, de relacionarnos, de configurar un mundo igualitario y de inventar nuevas emociones. Formas nuevas de vida nacidas al calor de la creatividad de iguales y al calor de la construcción comunitaria.

Formas de vidas que superan la negatividad y destrucción de lo patriarcal. Formas de vida en las cuales expongamos que el machismo no es una elección de hombres violentos o mal intencionados. No,  las prácticas violentas y autoritarias  son el producto de las relaciones de género, basamento de las sociedades patriarcales.

Estas prácticas de terror machista son principalmente transmitidas, producidas y reproducidas culturalmente a través de la religión, los valores, instituciones sociales como la familia y la escuela. Por eso tenemos que construir nuevas culturas, nuevas instituciones sociales, nuevos valores, nuevas formas de vida y nuevas formas de relacionarse. Pero para iniciar esos procesos de crecimiento y transformación tienes que dar los pasos necesarios para tu desarrollo y para tu propia transformación.

Las mujeres también tenemos que crecer emocionalmente, tenemos que creer poder en todos los niveles de nuestras vidas y en todos los contextos en que existimos. Tenemos que aprender a ser lideresas y organizar a los hombres y a otras mujeres para reconstruir la vida. Para crear prácticas, formas de vida y ambientes donde todas y todos juntos podamos reiniciar el camino hacia un mayor crecimiento emocional, personal y comunitario.  Y así transformar al mundo a la vez que vamos transformándonos en mejores seres humanos.

¿Por dónde empezamos?

Debemos asumir la responsabilidad de reiniciar nuestro proceso de crecimiento emocional y personal individual y colectivo. Debemos embarcarnos en  la construcción continua de contextos, situaciones, ambientes y herramientas que reafirman y engendran la posibilidad de desarrollo emocional y desarrollo de nuestras calidades humanas.

Ilustración: Nan Lawson
  Ilustración: Nan Lawson

Debemos convertirnos en inventores y constructores de toda clase de herramientas conceptuales,  metodológicas, filosóficas y prácticas que nos permitan la creación de esos espacios para la reiniciación de nuestros desarrollos emocionales. Descubrir, diseñar  y construir mecanismos que a su vez produzcan herramientas de todo tipo para que así nos permitan crear nuevas formas de vida, de ver, entender, de  ser y a la vez nos faculten transformar  las practicas patriarcales y sus formas ideológicas y de coerción.  Herramientas como el arte de la conversación, de la creación y construcción comunal participativa. Herramientas para la  construcción y recreación de ambientes terapéuticos, performatorios, creativos y filosóficos, los cuales nos permitan mirar, examinar, dialogar, evaluar, cambiar, reinventar, deconstruir y reconstruir nuestras formas de vida.  Nuevas formas de hablarnos, divertirnos, entendernos, amar, crear, organizarnos y nuevas formas políticas.

Debemos convertirnos en maestros y maestras de la bondad y el desprendimiento. Debemos convertirnos en expertos en amar, dar y ofrecer de todo: emoción, dedicación, lealtad, apoyo y sororidad. Debemos apostar a lo colectivo y comunitario. Debemos apostar a la mujer y a su   potencial para liderar este proceso.

 

Difíciles y complicadas tareas. Esta es la empresa más dramática y profundamente revolucionaria intentadas por las mujeres y los hombres en tiempos modernos. Esta revolución y reconstrucción tiene que incluir a todos y a todas ya sean niños, niñas, adultos mayores, diversidad sexual, todo tipo de opciones de vida. Esta empresa para que sea transcendental tiene que ser un proceso generalizado de inclusividad, descubrimiento, aventura, goce, creatividad desconstrucción y reconstrucción.

Desde NYC  hasta Bolivia, desde Méjico hasta Brasil, desde Nueva Zelandia hasta África del Sur, desde España hasta Argentina se están inventando herramientas, se están construyendo movimientos afines.

 

¡No estamos solas!  No me cabe duda que nosotras,  fertilizando nuestra imaginación y transformándonos en arquitectas del mañana somos las lideresas del presente y seremos las lideresas del futuro de la humanidad.

 

 

Author Profile

Ada Ivonne Vázquez
Ada Ivonne Vázquez
Ada Ivonne Vázquez es psicóloga. Nació en Puerto Rico y vivió por más de 25 años en Estados Unidos. En South West University, New Orleans, realizó sus estudios doctorales y en el Instituto de Psicoterapia y Normalización de Crisis, New York, sus estudios de post grado.

Ejerció su profesión como docente por más 10 años, además de mantener una práctica clínica por más de 15 años. Su área de especialización e investigación son los temas de género, particularmente la violencia contra las niñas y las mujeres.

De hecho, su tesis doctoral estuvo enfocada en el tema y se tituló "La terapia social como una efectiva metodología para prevenir la violencia familiar".

Además de su trabajo como feminista, le dedicó esfuerzos al trabajo comunitario en las comunidades afro-americanas y latinas en NYC, participando en esfuerzos organizativos relacionados con la garantía de los derechos democráticos de las comunidades pobres en la política de esa ciudad.

Actualmente reside en Ballenita, Santa Elena (Ecuador), donde se ha dedicado principalmente a la escritura literaria y al trabajo voluntario en organizaciones comunales y feministas.

Correo electrónico: ivonne100@aol.com

1 pensamiento sobre “Reclamo abierto de una feminista

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